Cuando hablo de “tipos de padres” me refiero a su forma de educar a sus
hijos y como esta, influye en estos. Modelan su personalidad y su
socialización. Según la psicología hay cuatro tipos de padre.
Los padres ausentes (crianza sin participación).
Son aquellos que más daño hacen a la formación personal del niño. No
hablamos sólo de la ausencia física, sino unos padres completamente
desentendidos de su hijo. Que no los cuidan (aunque, en general, cubren las
necesidades básicas del niño; algunos ni eso), no lo educan, no le muestran ni
aprecio; simplemente unos padres ausentes. Padres que no se involucran en la
vida del niño, poco o nada comunicativos y que no responden o tardan en
responder al niño. Las consecuencias son terribles:
-
El niño suele tener una muy baja
autoestima, suele ser inseguro.
-
Suele buscar afecto por todas partes,
por lo que suelen ser demasiado asertivos (no saben decir que no).
-
Suelen tener problemas para
socializarse.
-
Suelen ser muy infelices, no suelen
mostrar sus emociones.
-
Son impulsivos, muchos de ellos
agresivos.
-
Suelen tener problemas del desarrollo
o del aprendizaje. Muchos acaban fracasando en los estudios.
Los padres autoritarios.
Son aquellos que
exigen obediencia a su autoridad y son partidarios del uso del castigo y la
disciplina para controlar los comportamientos que no se consideran correctos.
Son padres del "porque lo digo yo", que no facilitan el diálogo en la
familia, poco comunicativos y poco afectuosos. Sus hijos serán obedientes, pero:
- Suelen ser más tímidos y poco tenaces a la hora de perseguir metas.
- Actúan influidos por
el premio o el castigo que van a recibir según su comportamiento. Por ejemplo,
no saludan a un adulto porque lo deseen o quieran manifestarle su afecto, sino
porque si no lo hacen, serán castigados o recriminados.
- Tienen una baja
autoestima debido a que se ven a si mismos como responsables de sus éxitos o
fracasos.
- La falta de diálogo
en sus hogares hace que los hijos tiendan con frecuencia a ser poco alegres,
infelices, irritables y vulnerables a las tensiones.
- Suelen ser niños
extremadamente sumisos, pero algunos se revelan y tienen problema para realizar
las tareas más sencillas si sienten que se lo han ordenado (suelen tener
problemas con figuras de autoridad como jefes y profesores).
Los padres permisivos.
Son padres que
asumen que cualquier conducta que tienen sus hijos es normal “porque son niños”
o que simplemente acaban cediendo a las exigencias de sus hijos por cansancio o
por querer ahorrarse un conflicto. Acostumbran a consultar al niño sobre las
decisiones que afectan a la familia. Sin embargo, no le exigen
responsabilidades ni orden. Permiten que el niño se autoorganice al máximo, no
existiendo a menudo normas que estructuren la vida cotidiana (por ejemplo:
tiempo de ver la televisión u hora de acostarse).
Sus hijos, debido
fundamentalmente al bajo nivel de exigencias y control al que se enfrentan,
tienden a:
- Tener problemas
para controlar sus impulsos.
- Tener dificultades
a la hora de asumir responsabilidades.
- Ser inmaduros y
con baja autoestima.
- Sin embargo, son
más alegres y vitales que los niños de padres autoritarios.
- Suelen sentirse
perdidos por la falta de orientación.
Un grave problema
con estos niños es que al llegar a adolescentes o a ser adultos no toleran la
frustración. Ya que en las pequeñas cosas no ha experimentado ninguna
frustración, todo lo que ha querido lo ha tenido; o sólo a tenido una
frustración momentánea, por ejemplo se le ha negado una chuchería pero después
de una pataleta se le ha consentido. Por lo que cuando aparece una gran
frustración en su vida, en la cual, los padres no pueden intervenir; por
ejemplo: rompe su pareja con ellos o no consiguen entrar en la carrera que
querían, etc.; no consiguen gestionar esta nueva situación y muchos acaban
teniendo respuestas exageradas (ansiedad, nueva adicción, depresión, suicidio,
etc.)
Los padres democráticos.
Suelen ofrecer a
los niños lo que les va a ofrecer la vida; diferentes soluciones para un mismo
problema y que ellos tengan que escoger una. No me refiero a darles el control sobre
decisiones que afecten a la familia como ¿Qué queréis comer hoy? Sino ¿queréis
que haga ensaladilla rusa o hervido? Le estas dando dos opciones pero al final
los dos platos son verdura, que es lo que tu quieres que coman hoy. Son padres
afectuosos, que refuerzan con frecuencia el comportamiento del niño e intentan
evitar el castigo; son también más sensibles a las peticiones de los niños. Sin
embargo, no son padres indulgentes con sus hijos, más bien al contrario, les
controlan y dirigen, pero son conscientes de sus sentimientos y puntos de vista.
A menudo, además, les explican las razones que han originado un control o
castigo. No ceden ante los lloros; gimoteos o impertinencias, pero es posible
que cambien de postura tras escuchar los argumentos que el niño les ofrece.
Además, plantean a los niños exigencias de madurez e independencia.
Los hijos de estos
padres son los que muestran características más deseables en nuestra cultura y
se caracterizan por:
- Tener niveles de autocontrol y autoestima.
- Ser capaces de afrontar situaciones nuevas con confianza e iniciativa.
- Ser persistentes en lo que inician.
- Ser niños que se relacionan fácilmente con otros, independientes y cariñosos.
- Poseer criterios personales acerca de cuestiones morales (sus opiniones han sido elaboradas por ellos).
Personalmente creo
que todos hemos sido, en algún momento, los cuatro tipos de padres. Muchas
veces estas cansado y pasas a ser un padre permisivo, o te se te acaba la
paciencia y pasas a ser un padre autoritario, o estas ensimismado con tus cosas
o tienes alguna preocupación y pasas a ser un padre ausente. Lo importante,
desde mi punto de vista, es que tipo de padre eres con mayor asiduidad. Y si
partimos de la base de que todos acabamos metiendo la pata, todavía no conozco
a ningún "padre del año", es importante darle a cada cosa su justa
importancia. Ya que un padre infeliz y agobiado por ser el mejor de los padres
ejerce una peor influencia en sus hijos, que un padre contento y tranquilo
porque sabe que lo está haciendo lo mejor que puede.