domingo, 10 de noviembre de 2013

Las claves para detectar y actuar ante el acoso escolar.

Cada vez son más numerosas las noticias de padres que han denunciado que a su hijo le acosan los compañeros de colegio. A veces estas denuncias llegan demasiado tarde, cuando ya el menor está seriamente perjudicado. No es una cuestión aislada, el acoso escolar existe y no es un problema que haya que dejar pasar porque todavía algunos consideren que «es cosa de niños».
Para conocer las claves de esta grave lacra Mirea Long, profesora y especialista en asuntos pedagógicos, co-directora y co-fundadora de la Pedagogía Blanca, ofrece una serie de consejos para que los padres sepan detectarlo y cómo actuar.
El mayor problema que supone el acoso escolar es la dificultad para detectarlo. Los adultos que rodean a la víctima pueden no darse cuenta o minimizarlo. El acoso no es el que el niño reciba agresiones físicas. Normalmente esto, que puede o no llegar a suceder, es la culminación de un proceso de victimización muy complejo.
Comienza con agresiones e intimidaciones que el agredido deja sin una respuesta adecuada y que hacen que los agresores aumenten la intensidad del acoso. Puede comenzar con insultos, motes dañinos, hablar mal del niño y volver a otros compañeros en su contra sembrando rumores malintencionados sobre él. Además, las amenazas para lograr que el niño haga algo que no desea, quitarle un objeto, la misma merienda y hasta pedirle dinero son otras de las manifestaciones del acoso escolar. El objetivo es hacerle sentir miedo a las agresiones, a las burlas, a que se cuente algo negativo sobre él. También, el acoso escolar se puede manifestar con agresión física: darle collejas o ponerle la zancadilla, empujarle o robarle, esconderle o quitarle sus pertenencias.
El acoso psicológico es la forma más sutil, pero igualmente dañina, de la violencia escolar. A la víctima no se le deja participar en juegos o en actividades sociales conjuntas, se le aisla, no se le habla y se le ignora activamente. Lo tratan como un apestado y eso hace que, incluso los que no participaban activamente en el acoso, también se alejen de él, por mantenerse en el grupo, por contagio o por temer ser ellos mismos víctimas.
No hacer nada frente a un maltrato es convertirnos en cómplices y estaremos dando nuestra aprobación al maltrato. Hoy denunciaríamos a un vecino que pega a su mujer, a unos padres que agreden a sus hijos o actuaríamos si viéramos un delito, avisando a las autoridades si no somos capaces de evitarlo directamente. Lo mismo pasa con el acoso escolar.
Cuando el niño vea un comportamiento de acoso escolar debe saber que no hay que ponerse del lado de los agresores, no participando ni tampoco riéndoles la gracia. Más bien deben intentar acercarse al niño que sufre y hablar con él, para que les explique cómo se siente y pueden animarlo a pedir ayuda a sus padres o profesores directamente.
Si la escuela reacciona positivamente el problema puede solucionarse, pero también nos podemos encontrar con una negación institucional de la violencia si no hay graves signos externos, por lo que el niño acosado vería negado su problema y sin salida posible.
Consejos para actuar frente al acoso:
Si el acoso ya está establecido no enfrentarse directamente al grupo de agresores. Lo que hay que hacer es hablar con los propios padres, contándoles la situación o acudiendo a un profesor de confianza y pidiendo al tutor que organice debates o tome las acciones pertinentes para ayudar a la víctima.
Si la situación es muy seria y la víctima está en riesgo, el niño debe saber que tiene que acudir inmediatamente a un adulto responsable. Muchos colegios tienen programas de actuación para estos casos, pero es necesario avisar cuando se conocen para que puedan ponerse en marca. La responsabilidad es de todos.
Enseñando a nuestros hijos que no es graciosos burlarse de otros o dañarlos, les ayudaremos a tomar la actitud correcta ante los primeros síntomas.
Eso no es chivarse, es actuar con justicia. El silencio es lo que agrava el acoso. El niño debe saber que no estará solo y que los adultos van a ayudarle y a creerlo, que puede acudir a ellos a contar lo que está pasando.
La mayoría de los casos se resuelven si se habla pronto de ello y nuestros hijos, conscientes de que no se debe tolerar el maltrato, se convertirán ya no en cómplices activos o pasivos, ni en observadores de la violencia, sino en el apoyo que el sistema necesita para darle la vuelta al acoso escolar.
El papel de los padres es fundamental para detectar el acoso, estando atentos a los cambios en la conducta del niño y brindándole apoyo en cuanto sufra algún tipo de acoso, nunca minimizándolo, ni diciéndolo que se haga más duro ni contándole que eso siempre ha pasado.
¿Cómo detectar el acoso?
Estar atentos a los cambios en la conducta del niño: se muestra más irritable, violento o tiene rabietas.
Presenta síntomas psicosomáticos como dolores de estómago o de cabeza sin causa médica real.
Se resiste a ir al colegio, tiene verdadero miedo a volver tras las vacaciones.
Nunca quiere hablar sobre su vida escolar.
Tiene un bajón repentino en su rendimiento.
No quiere ir a las excursiones.
Han dejado de invitarlo a las fiestas de cumpleaños.
Empieza a perder o a aparecer con sus pertenencias escolares o personales rotas.

El periódico abc.es 2013-11-09

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