Pasamos muchas horas pegados a una
pantalla. Por trabajo, pero cada vez más por placer, porque es útil para
comunicarnos, nuestra prioridad. Comprobar si hemos recibido un nuevo mensaje
electrónico (cosa que solemos hacer varias veces al día, obsesión recientemente
bautizada como infobesidad), mantener varias conversaciones en grupo por
WhatsApp, consultar confesiones y noticias a través de Facebook, Twitter y
otras redes sociales… Y lo hacemos en todo momento: mientras vemos la
televisión, comemos o incluso en plena obra de teatro (algunos teatros optan,
en ocasiones, por permitir el uso del móvil durante la función para que
compartan lo que ven en redes sociales).
Todos (o la mayoría) hemos caído víctimas del influjo digital. Los menores también. En
Estados Unidos y Alemania, los adolescentes pasan siete horas y media diarias
usando medios digitales.
Según los expertos, hay un nuevo fenómeno
que afecta cada vez a más personas: la atención parcial continua. Es lo que
sucede cuando pasamos mucho tiempo ante una pantalla, “que estamos pendientes
de muchas cosas, pero sin llegar a solidificar nada”, describe Luengo. “Algo así
como ‘el que mucho abarca poco aprieta”. Para luchar contra el fenómeno, cree
que debemos buscar un equilibrio. “El libro en papel nos permite una vida
interior que es indispensable vivir y que no es tan fácil de experimentar
cuando se está ante una pantalla que permite ir de un sitio a otro. Hay que
equilibrar el abordaje de los textos. Porque la incapacidad que estamos
observando en los alumnos les impide tener ese mundo interior. Es importante
que interpreten bien lo que leen. Les digo, pinchad y leed, pero volved a la
página original y haced anotaciones de lo que habéis leído”.
El periódico elpais.com
2013-11-11
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