domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Podemos educar la inteligencia?

Una investigación de la Universidad Complutense de Madrid conduce a la teoría de la "inteligencia unidiversa", novedosa conceptualización de la que se extraen importantes implicaciones pedagógicas en beneficio de la personalización educativa. "En comparación con las teorías unitaristas o con las teorías multiplicistas, la teoría de la inteligencia unidiversa ofrece una perspectiva más flexible y completa de la inteligencia y, al mismo tiempo, abre posibilidades educativas de mayor alcance. En esta novedosa conceptualización, la inteligencia se contempla como "unidad múltiple" ilustrada mediante la metáfora del árbol. Sus raíces se hunden en la personalidad y se eleva gracias a un tronco común a todo comportamiento inteligente ramificado en aptitudes de especificidad variable", indica el profesor Valentín Martínez-Otero. El planteamiento indica que las raíces de la inteligencia se hunden en la personalidad, ya que no actúa aisladamente. En el tronco se sitúa el núcleo de la inteligencia y en él "nos topamos primordialmente con la capacidad intelectual general involucrada en la planificación, la resolución de problemas, la abstracción, el aprendizaje", dijo. Se relaciona con el rendimiento intelectual en gran número de tareas. En cambio, las ramas son prolongación del tronco y representan las diversas aptitudes intelectuales existentes.
En opinión del profesor, "este planetamiento permite además distinguir provisionalmente las siguientes aptitudes intelectuales interdependientes ordenadas alfabéticamente y sobre las se espera que la investigación siga arrojando luz: aptitud afectiva, aptitud artística, aptitud corporal, aptitud espacial, aptitud espiritual, aptitud ética/moral, aptitud lingüística, aptitud manipulativa, aptitud numérica, aptitud social y aptitud temporal".
Por tanto, ¿qué implicaciones pedagógicas puede tener esta teoría?", se pregunta.
El primero de ello es la necesidad de tener en cuenta la circunstancia del sujeto a la hora de estudiar y cultivar la inteligencia. Si la educación intelectual soslaya los condicionantes sociales, culturales, afectivos, económicos, biográficos, etcétera, resultará en extremo difícil alcanzar objetivos formativos valiosos. El olvido de la persona complica considerablemente el despliegue de su inteligencia. Se ha de hacer un esfuerzo pedagógico por personalizar la educación en este ámbito, a menudo descontextualizado y expuesto a prácticas rígidas y aun excluyentes.
En segundo lugar, la relevancia de promover formativamente el desarrollo global de la inteligencia. Las diversas aptitudes intelectuales están vinculadas entre sí y es menester que la educación estimule el progreso de la inteligencia tomada en su conjunto. Cuanto más robusto sea el sistema intelectual unitariamente considerado, más ricas serán cada una de sus facetas. Finalmente, aparece la urgencia de abrir caminos para la intervención educativa en cada aptitud intelectual a través de métodos concretos. Es necesario activar y enriquecer cada aptitud mediante vías específicas que, lejos de quebrar la unidad intelectual, la fortalezcan, naturalmente desde el cultivo de la singularidad de cada educando.

El periódico larazon.es 2013-11-09

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