Hoy en día, «whatsapear» se ha convertido en
un sinónimo de hablar, y no hay adolescente que se precie que no lo utilice.
Las cifras así lo confirman: en España el 76% de los niños de 11 a 14 años utiliza
habitualmente Whatsapp, desde sus
propios terminales o desde los de sus padres. Así se desprende del adelanto del
estudio realizado por el Centro de Seguridad de Protégeles en 2013, que será
publicado a finales del presente año.
En un principio,
el hecho de que los menores de edad utilicen una aplicación móvil para mantener
contacto con sus semejantes, para compartir mensajes o imágenes, o incluso para
divertirse, no tiene nada de
malo en sí mismo. De hecho, según
el estudio del Centro de Seguridad Protégeles, el 65% de los niños
de 11 a 14 años participa en grupos de Whatsapp. El peligro se encuentra en que el WhatsApp ya no es
sólo un sistema de mensajería.
«Se ha convertido en una verdadera red social, según indican todos los
expertos. Los adolescentes crean grupos, agregan a sus amigos e intercambian
mensajes, enlaces, fotos, vídeos y archivos de voz.
Es evidente que la
herramienta se puede utilizar bien, pero también se puede usar para acosar,
amenazar, difundir calumnias, fotografías sin autorización, etc, como así lo
demuestra que se haya convertido, según coinciden estos mismos especialistas, en la herramienta más
habitual en los casos de sexting y difusión de fotografías
que los menores no deberían hacerse nunca.
Si los padres van
a asumir este riesgo, están en la obligación de tener en cuenta lo siguiente:
1. Whatsapp es una red social. «No
es un simple servicio de mensajería, como así creen algunos padres. Permite
hacer grupos, enviar imágenes, vídeos, links...». «Ahí está el peligro: Facebook, Twitter, Tuenti... etc, están registradas como redes
sociales, y por eso tienen que cumplir unas normas, ya que están supervisados
por Gobiernos, la propia industria o la Unión Europea. Como Whatsapp no está
considerada como red social, esto hace que esté sometida a pocas presiones y
que su seguridad no sea tan precisa».
2. La edad. Según la legislación española, un niño con
menos de 14 años no puede autorizar a que alguien obtenga sus datos personales.
Ni puede autorizar a que se obtengan fotografías suyas. Esto sólo puede hacerse
con la previa autorización de los padres. Es decir, las autorizaciones que
conceden los niños menores de 14 años no son válidas… pero en Whatsapp sí. Así
es, pueden tener Whatsapp porque no se les exige cumplir ningún requisito. Esto
hace que al darse de alta automáticamente en la aplicación los niños
proporcionen su nombre, su foto, su geolocalización... y a partir de ahí todo
lo que se les ocurra compartir con sus grupos de amigos».
3. La cuestión de la inmediatez es
extremadamente delicada. «En décimas de segundo, los chavales envían fotos
estando borrachos, o con gestos sugestivos... Personalmente, creo que es muy
fácil que si se actúa con tanta celeridad se equivoquen y no tomen buenas
decisiones.
4. ¿Qué sucede con toda esa información? ¿Qué pasa con
todos esos mensajes, más privados y menos privados, que los niños se
intercambian entre sí? ¿Qué sucede con las fotografías que se hacen y se envían
unos a otros? ¿Alguien puede acceder a ellas? «Pues lo cierto es que no lo
sabemos… una de las principales críticas sobre la seguridad de Whatsapp es
precisamente el desconocimiento que se tiene sobre si la compañía guarda copias
de la información enviada, dónde se alojan y qué nivel de seguridad se aplica a
esa información», reconocen desde Protégeles.
4. Puede facilitar el acoso. «Por
el mero hecho de que un extraño tenga tu número, tu Whatsapp le acepta, y deja
expuesta tu foto de perfil», apuntan desde Pantallas Amigas. «El acosador inmediatamente puede tener
demasiada información. Puede saber cómo eres físicamente, la hora a la que te
conectas, y la hora de tu último mensaje», añade este experto. «A no ser que
tengas un iphone y sepas ocultar parte de esta información, algo no imposible
pero muchísimo más difícil de hacer con Android», apostilla.
Consejos para padres
Las
recomendaciones para adultos y menores de edad que van a utilizar WhatsApp son
las siguientes:
1. «Para empezar,
deberían actuar como si sus
conversaciones fueran públicas»,
concluye Guillermo Cánovas, de Protégeles.
«De hecho, deberían actuar como si sus fotografías fueran a ser vistas por
terceros a los que no conocen de nada, y como si la información que allí
vuelcan fuera a salir del entorno meramente privado», añade. «Que antes de
enviar una foto determinada se pregunten qué sucedería si pierden el control de
esa imagen o archivo que están enviando», propone Cervantes. «Lo mejor es que
los padres enseñen a los hijos
a proteger su intimidad.
2. El coautor de Tranki Pap@s va más allá y aconseja a los
padres informar a sus hijos de lo que supone enviar una foto que atente contra
su dignidad o la de otros menores.
Este punto es, según Cervantes, extremadamente importante porque el simple
hecho de enviar por Whatsapp una foto donde aparece un menor desnudo o con una
pose sugerente es distribución de pornografía infantil.
3. Es muy difícil
que los menores que ya utilizan smartphones dejen de utilizar una aplicación
que les permite comunicarse de una forma tan sencilla, inmediata y
prácticamente gratuita como es Whatsapp. Por eso los padres deben tener, a
juicio de Pere Cervantes, un papel fundamental en el
buen uso de este sistema de mensajería.
El periódico
abc.es 2013-10-31
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