Acceden a la maternidad y
paternidad a una edad considerada «mayor» por la sociedad. Son madres y padres primerizos con 38, 40 o más años, la
edad a partir de la que se reduce la fertilidad y aumentan los riesgos en el
embarazo. Tienen un solo hijo y un
nivel económico y educativo medio-alto. Este
tipo de familia, que ha crecido vertiginosamente en España en los últimos años,
ha llamado la atención de un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de educación a Distancia (UNED). Dirigidos por Raúl Sánchez Molina, doctor en Antropología Social de la UNED, están
realizando un estudio antropológico sobre lo que han denominado «familias
tardías», un colectivo
emergente que posee sus
propias necesidades y características. La investigación trata de conocer los
nuevos retos que plantean al Estado.
Los datos del Instituto
Nacional de Estadística (INE) reflejan que, en doce años, casi se han triplicado el número de mujeres que tienen
hijos a partir de 40 años. Si en el año 2000 eran 10.163, en 2012 han
sido 28.322. La misma tendencia siguen las madres de 35 a 40 años: de 67.959
mujeres que tuvieron un hijo a esa edad se ha pasado a 124.419 en esos años. Es
decir, casi el doble. «
El aumento de la
edad a la que se tiene el primer hijo (31,6 años) es otro indicador de que está
creciendo el número de familias tardías, así como el aumento de la demanda de tratamientos de
reproducción asistida y el gran auge de las adopciones internacionales (más
de 43.000 niños han llegado a España por esta vía, el 85% de las familias
habían comenzado el proceso con 40 años y sin hijos previos).
Pero hay más
razones para postergar la maternidad y paternidad, como cuenta esta
investigadora: «Hay parejas que se casan y quieren disfrutar antes de la llegada del hijo; mujeres
que se han inseminado porque su pareja no quiere tener hijos, no veían a la
pareja como el padre idóneo o no encuentran una pareja».
Las familias
tardías tienen cada vez más peso social, pero con retos diferentes. En estos
hogares se acentúan las necesidades de cuidado. No todas disponen de la ayuda
de abuelos canguro, ya que a ellos la llegada del nieto les ha cogido a una
edad muy avanzada. A un plazo más largo: «Cuando estos padres lleguen a la
jubilación se encontrarán con hijos dependientes —dice Corrochano—, que todavía
no han entrado en el mercado laboral porque están estudiando, a los que tienen
que cuidar y abuelos muy mayores a los que también cuidarán. Es una nueva
versión de la generación
sandwich».
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