lunes, 30 de septiembre de 2013

TIPOS DE PADRES:

Cuando hablo de “tipos de padres” me refiero a su forma de educar a sus hijos y como esta, influye en estos. Modelan su personalidad y su socialización. Según la psicología hay cuatro tipos de padre.

Los padres ausentes (crianza sin participación).
Son aquellos que más daño hacen a la formación personal del niño. No hablamos sólo de la ausencia física, sino unos padres completamente desentendidos de su hijo. Que no los cuidan (aunque, en general, cubren las necesidades básicas del niño; algunos ni eso), no lo educan, no le muestran ni aprecio; simplemente unos padres ausentes. Padres que no se involucran en la vida del niño, poco o nada comunicativos y que no responden o tardan en responder al niño. Las consecuencias son terribles:
-       El niño suele tener una muy baja autoestima, suele ser inseguro.
-       Suele buscar afecto por todas partes, por lo que suelen ser demasiado asertivos (no saben decir que no).
-       Suelen tener problemas para socializarse.
-       Suelen ser muy infelices, no suelen mostrar sus emociones.
-       Son impulsivos, muchos de ellos agresivos.
-       Suelen tener problemas del desarrollo o del aprendizaje. Muchos acaban fracasando en los estudios.

Los padres autoritarios.
Son aquellos que exigen obediencia a su autoridad y son partidarios del uso del castigo y la disciplina para controlar los comportamientos que no se consideran correctos. Son padres del "porque lo digo yo", que no facilitan el diálogo en la familia, poco comunicativos y poco afectuosos. Sus hijos serán obedientes, pero:
-       Suelen ser más tímidos y poco tenaces a la hora de perseguir metas.
-       Actúan influidos por el premio o el castigo que van a recibir según su comportamiento. Por ejemplo, no saludan a un adulto porque lo deseen o quieran manifestarle su afecto, sino porque si no lo hacen, serán castigados o recriminados.
-       Tienen una baja autoestima debido a que se ven a si mismos como responsables de sus éxitos o fracasos.
-       La falta de diálogo en sus hogares hace que los hijos tiendan con frecuencia a ser poco alegres, infelices, irritables y vulnerables a las tensiones.
-       Suelen ser niños extremadamente sumisos, pero algunos se revelan y tienen problema para realizar las tareas más sencillas si sienten que se lo han ordenado (suelen tener problemas con figuras de autoridad como jefes y profesores).

Los padres permisivos.
Son padres que asumen que cualquier conducta que tienen sus hijos es normal “porque son niños” o que simplemente acaban cediendo a las exigencias de sus hijos por cansancio o por querer ahorrarse un conflicto. Acostumbran a consultar al niño sobre las decisiones que afectan a la familia. Sin embargo, no le exigen responsabilidades ni orden. Permiten que el niño se autoorganice al máximo, no existiendo a menudo normas que estructuren la vida cotidiana (por ejemplo: tiempo de ver la televisión u hora de acostarse).
Sus hijos, debido fundamentalmente al bajo nivel de exigencias y control al que se enfrentan, tienden a:
-       Tener problemas para controlar sus impulsos.
-       Tener dificultades a la hora de asumir responsabilidades.
-       Ser inmaduros y con baja autoestima.
-       Sin embargo, son más alegres y vitales que los niños de padres autoritarios.
-       Suelen sentirse perdidos por la falta de orientación.
Un grave problema con estos niños es que al llegar a adolescentes o a ser adultos no toleran la frustración. Ya que en las pequeñas cosas no ha experimentado ninguna frustración, todo lo que ha querido lo ha tenido; o sólo a tenido una frustración momentánea, por ejemplo se le ha negado una chuchería pero después de una pataleta se le ha consentido. Por lo que cuando aparece una gran frustración en su vida, en la cual, los padres no pueden intervenir; por ejemplo: rompe su pareja con ellos o no consiguen entrar en la carrera que querían, etc.; no consiguen gestionar esta nueva situación y muchos acaban teniendo respuestas exageradas (ansiedad, nueva adicción, depresión, suicidio, etc.)

Los padres democráticos.
Suelen ofrecer a los niños lo que les va a ofrecer la vida; diferentes soluciones para un mismo problema y que ellos tengan que escoger una. No me refiero a darles el control sobre decisiones que afecten a la familia como ¿Qué queréis comer hoy? Sino ¿queréis que haga ensaladilla rusa o hervido? Le estas dando dos opciones pero al final los dos platos son verdura, que es lo que tu quieres que coman hoy. Son padres afectuosos, que refuerzan con frecuencia el comportamiento del niño e intentan evitar el castigo; son también más sensibles a las peticiones de los niños. Sin embargo, no son padres indulgentes con sus hijos, más bien al contrario, les controlan y dirigen, pero son conscientes de sus sentimientos y puntos de vista. A menudo, además, les explican las razones que han originado un control o castigo. No ceden ante los lloros; gimoteos o impertinencias, pero es posible que cambien de postura tras escuchar los argumentos que el niño les ofrece. Además, plantean a los niños exigencias de madurez e independencia.
Los hijos de estos padres son los que muestran características más deseables en nuestra cultura y se caracterizan por:
-       Tener niveles de autocontrol y autoestima.
-       Ser capaces de afrontar situaciones nuevas con confianza e iniciativa.
-       Ser persistentes en lo que inician.
-       Ser niños que se relacionan fácilmente con otros, independientes y cariñosos.
-       Poseer criterios personales acerca de cuestiones morales (sus opiniones han sido elaboradas por ellos).

Personalmente creo que todos hemos sido, en algún momento, los cuatro tipos de padres. Muchas veces estas cansado y pasas a ser un padre permisivo, o te se te acaba la paciencia y pasas a ser un padre autoritario, o estas ensimismado con tus cosas o tienes alguna preocupación y pasas a ser un padre ausente. Lo importante, desde mi punto de vista, es que tipo de padre eres con mayor asiduidad. Y si partimos de la base de que todos acabamos metiendo la pata, todavía no conozco a ningún "padre del año", es importante darle a cada cosa su justa importancia. Ya que un padre infeliz y agobiado por ser el mejor de los padres ejerce una peor influencia en sus hijos, que un padre contento y tranquilo porque sabe que lo está haciendo lo mejor que puede. 




Descubren un nuevo gen que permite olvidar recuerdos postraumáticos.

Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) han llevado a cabo una nueva investigación que podría ser clave a la hora de tratar los trastornos por estrés postraumáticos. Este nuevo estudio ha descubierto el importantísimo papel que puede llegar a desempeñar un nuevo gen, conocido como “Tet 1”, esencial para el proceso de extinción de la memoria.
Según los investigadores, el gen «Tet1» parece controlar a un pequeño grupo de otros genes necesarios para la extinción de memoria. Llegaron a esta conclusión tras experimentar con ratones en una reciente investigación, cuyos resultados han sido publicados en la revista “Neuron”.
Estos animales fueron divididos en dos grupos: uno, con el «Tet1» activado y otro con el gen anulado. Ambos grupos fueron introducidos en jaulas en los que se practicaron pequeñas descargas eléctricas para provocarles una experiencia algo traumática. Al volver a ingresar en la jaula una vez formada la memoria, los ratones con el “Tet1” anulado continuaban traumatizados porque asociaban ese espacio a la mala experiencia vivida. Sin embargo, el otro grupo fue capaz de “olvidar” ese pensamiento negativo y de aprender nuevas tareas, desvaneciéndose así los recuerdos antiguos.
«En realidad, no se borra nada de la memoria original», explica la investigadora, sino que hay dos memorias que compiten entre sí y una se impone a la otra en función de si el “Tet1” domina o no. «El viejo rastro de la memoria está diciendo a los ratones que ese lugar es peligroso. Pero la nueva memoria les informa que ahora ese lugar es seguro». Por tanto, los ratones con el «Tet1» anulado se quedan anclados en sus viejos pensamientos y son incapaces de extinguir el viejo recuerdo y de aprender cosas nuevas.
Ahora, los científicos confían en la estimulación de este gen en seres humanos para ayudar a tratar casos de trastornos postraumáticos y adicción.

El periódico Abc.es 2013-09-30

La dermatitis atópica se incrementa entre un 200% y un 300% en treinta años.

La dermatitis atópica se incrementa entre un 200% y un 300% en treinta años. La incidencia de dermatitis atópica se ha incrementado entre un 200 y un 300% en las tres últimas décadas, según aseguran los expertos que han participado en Madrid en el «XII Congreso Mundial de Dermatología Pediátrica».
Según exponen, esta enfermedad crónica y no contagiosa, que causa picor e inflamación en la piel, tiene entre sus síntomas «la piel seca, escamosa y con escozor». Ésta afecta, generalmente, «a la parte interna de los codos, detrás de las rodillas, piernas, brazos y la cara, pero también puede cubrir la mayor parte del cuerpo», indican.
Actualmente, la padecen en España «entre un 5 y un 7% de la población adulta, y entre un 10 y un 20 % de los niños», señalan. De todos ellos, el 90% experimenta esta enfermedad antes de los cinco años, por lo que es «la segunda causa más frecuente de visita al dermatólogo». Por su parte, el 80,6% de los pacientes «acude al médico cuando aparece el primer brote». Así lo asegura el jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Niño Jesús de Madrid y presidente de este evento, el doctor Antonio Torrelo, que afirma que, en los últimos años, «se ha comprobado de forma científica que un 40% de los pacientes sufren un déficit de Filagrina, una proteína presente en la piel».
A su juicio, uno de los rasgos más visibles de la falta de la misma es la hiperlinelaidad palmar que presentan los pacientes, lo que se traduce en «una gran cantidad de líneas en la palma de la mano». Por ello, asegura que ello «ayuda a poder detectar de mejor manera aquellos pacientes con dermatitis atópica». Añadido a ello, Torrelo explica que esta patología «tiende a hacer erupción cuando se expone a factores irritantes», entre los que destaca «los disolventes químicos industriales, los detergentes, el humo de tabaco, las pinturas blanqueadoras, las lanas, las comidas acidas o astringentes, los productos del cuidado de la piel que contienen alcohol, y algunos jabones y perfumes».
No obstante, la enfermedad también se torna más severa «durante los cambios de temperatura y de estación», momento en el que la aparición de brotes agudos «es más común», manifiesta. Debido a ello, sostiene que es durante el verano cuando la enfermedad mejora, «y el otoño y la primavera cuando tiende a empeorar».
En las fases más agudas, los pacientes «sufren fuertes picores, inflamación y, en casos severos, eccemas y heridas», motivos por los que «comienzan a rascarse y se inicia un círculo vicioso », expone Torrelo, que confirma que esto provoca que la barrera protectora de la piel se pierda.
Es precisamente en ese momento cuando las bacterias patógenas, especialmente el 'Staphylococcus Aureus', «se activan y promueven los procesos inflamatorios », los cuales llevan al paciente a volver a rascarse, «con lo que se debilita aún más la función de barrera protectora de la piel», lamenta.
A tenor de todo ello, el sistema inmunitario del paciente empieza a funcionar mal, «reaccionando contra todo aquello a lo que le es ajeno», lo que hace muy común que desarrolle otras enfermedades a la larga, «especialmente alergias, rinitis o asma», sostiene al tiempo que confirma que una detección precoz en bebés y un tratamiento correcto "permitirá que en el futuro haya menos adultos alérgicos».
Para evitar todo este proceso, el doctor Juan Arenas, indica que «la mejor defensa es la prevención», sobre todo en la fase aguda.

El periódico abc.es 2013-09-30

Hijos de la mediación: ni suspensos ni frustrados con la vida.

Ni bajo rendimiento en los estudios, ni conductas antisociales, o depresiones varias. Mas bien al contrario: Si en lugar de tirarse los trastos a la cabeza, tiene lugar una separación bien llevada, pacífica y encaminada al consenso, las fortalezas de los hijos se disparan. Esta sería la conclusión principal del estudio «Hijos, mediación y divorcio», realizado por la Fundación Atyme tras entrevistar a hijos de parejas que acudieron a la mediación antes de poner fin a sus vidas en común.
El estudio es significativo porque, como consecuencia de las más de 110.000 rupturas que hubo en España durante 2011 (últimos datos del INE), se registraron cerca de 90.000 menores involucrados. Son los convidados de piedra de una cita a la que nunca les hubiera gustado acudir. Por eso, cuatro años después, cobra especial relevancia lo que estos jóvenes han relatado sobre su experiencia colateral a los procesos de mediación a los que acudieron sus padres buscando una solución pactada y negociada a la disolución del vínculo conyugal.
La investigación, dirigida por Trinidad Bernal, directora de Atyme y pionera de la mediación en nuestro país, ofrece datos que son esclarecedores: El 88% de los hijos entrevistados reconocen que el hecho de que el fin de la convivencia de sus padres no fuese conflictiva —aunque fue un acontecimiento triste y, en muchos casos, una experiencia dura—, ayudó a que sus vidas experimentaran una mayor tranquilidad. Esa manera de «normalizar» la separación hizo también que el 79% de los casos los jóvenes entrevistados se llevasen mejor con sus dos progenitores y que, en última instancia, no se vieran afectados en sus estudios (es más, un 85% de los jóvenes no sufrieron cambio en sus notas, o incluso las mejoraron).
Pese a que las ventajas son múltiples, tal y como demuestra este estudio, el sistema no acaba de instalarse en España. De hecho, en la Memoria de la Fiscalía General del Estado correspondiente a 2012 se reconoce que el papel de la mediación en los procedimientos de familia no tiene hasta ahora un “auténtico despegue”. Y eso que este tipo de intervención abarca un amplio espectro de problemas familiares. Es más conocida por conciliar en separaciones y divorcios, explican desde el Instituto Madrileño de la Familia y del Menor de la Comunidad de Madrid, pero también es útil a la hora de alcanzar acuerdos cuando existen malas relaciones entre padres y adolescentes, disputas de herencias, dificultades originadas por el cuidado de mayores con discapacidad...

El periódico abc.es 2013-09-30