Las dietas bajas en carbohidratos producen
un aumento de los niveles de colesterol en sangre. Así lo asegura un
reciente estudio realizado en Noruega y del que se hace eco la campaña «Pan
cada día».
El estudio, llevado a cabo por
investigadores de la Universidad de Oslo, se realizó en un grupo de mujeres
sanas con normopeso (es el peso normal de una persona respecto a su estatura,
es decir el Índice de Masa Corporal (IMC) ideal), a las que se administró,
durante cuatro semanas, una dieta normocalórica con un bajo contenido en
hidratos de carbono (20-25 g/día).
El perfil calórico de la dieta suministrada
fue del 2-5% de la energía total en forma de hidratos de carbono, un 67-78% de
la energía en forma de grasas, mientras que las proteínas representaron el
19-31% de la ingesta energética total.
En cuanto a las grasas, las grasas
saturadas representaron el 32% de la energía total, las monoinsaturadas el 25%
y las poliinsaturadas el 9%. La ingesta de colesterol de la dieta baja en
hidratos de carbono contenía una media de 11,53 mg de colesterol y 9 g de fibra
dietética. Se recogieron datos de peso de las participantes y se realizó un
análisis de sangre, antes y después de la intervención dietética.
Las cifras medias de colesterol en sangre
al inicio del estudio fueron de 158,51 mg/dL y de LDL-Colesterol, de 85,07
mg/dL, pasando, tras el seguimiento de la dieta baja en hidratos de carbono, a
201,03 mg/dL y 119,88 mg/dL, respectivamente, con un incremento porcentual en
las cifras de colesterol total de un 33% y en las de la fracción LDL-Colesterol
de un 41%.
Los autores concluyen, que una dieta baja
en hidratos de carbono y rica en grasas y proteínas, aumenta, de forma
considerable, los niveles de colesterol total y de LDL-Colesterol en mujeres
sanas con normopeso, dando lugar a un impacto negativo en su perfil de riesgo
cardiovascular.
A diferencia de una dieta hipocalórica
equilibrada, con un bajo contenido en grasas, las dietas cetogénicas generan
una exagerada movilización proteica-lipídica una pérdida importante de masa
magra y un aumento de los niveles de ácido úrico, lo que incrementa el riesgo
de sufrir gota o cálculos renales. Además, al ser ricas en grasas
saturadas y colesterol, aumentan el riesgo aterosclerótico, tal y como se ha
demostrado en este estudio.
Igualmente, este tipo de dietas provoca la
movilización del calcio óseo, favoreciendo la aparición de osteoporosis. Pueden
conducir, al ser bajas en fibra, al padecimiento de estreñimiento severo y, al eliminar los
alimentos ricos en carbohidratos, que a su vez, contienen determinadas
vitaminas y minerales, pueden ocasionar deficiencias de algunos
micronutrientes.
El periódico abc.es 2013-10-31